Soldado caliente

En la penumbra de la habitación compartida del albergue, Luke Ward está a punto de quitarse los pantalones cuando la puerta se abre y entra Tomas Salek. Vestido parcialmente con ropa militar, su musculoso cuerpo llena la puerta. Su corte de pelo y su expresión seria le delatan: es un soldado. Tartamudea en un inglés con acento checo, se disculpa y explica que le han suspendido después de que un escándalo sexual sacudiera su unidad.

Luke permanece en silencio, con la polla hinchándose visiblemente a través de su ropa interior. Tomás se queda mirando. Sus palabras cambian: quizá haya mamado una polla, quizá haya besado a un chico alguna vez. Luego, con los ojos clavados en el bulto de Luke, confiesa: le encanta que se la follen, pero nadie puede saberlo. Ni su novia. Nadie puede saberlo.